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Aquí hay cine, rock, tv, historia, ciencia, temas de tendencias, comentarios de noticias, y mil cosas más que se me irán ocurriendo... Por otra parte hay más blogs, tengo uno de cuentos, otro es sobre las crónicas de nuestras guerras secretas, Además el de mis novelas, esos están allá a la derecha. Sean bienvenidos...

Friday, January 12, 2007

36. Despertar



En LIZ: T menos 10 segundos

>> PAQUETE RECIBIDO <<
>> KERBEROS ANULADO <<
>> LABORES DE LIMPIEZA. ESTAMOS LISTOS <<
>> EMPIEZA TRANSICION DE VIAJANTE


Dentro de Michael:
«Otra vez el mareo enajenante. La calma. Huracán y ojo de huracán. Huracán. Palabra de origen caribe que significa… ¿qué? »
«Voy de vuelta. El Kerberos. Belux. Arlene. El Mesteño. Velocidad. Paquetes. Cecilio. Milena. Milena. Sri Sol. Sol. Catherine. Catherine. Estructuras. Calor. Sed. Sed.
«La oscuridad era… ¿total?»


Michael no recordaba dónde estaba ni el por qué sentía frío. Todo giraba alrededor pero de una forma más continua. Como si fuera un carrusel. Todo girando girando girando. Pero despacio. Todo era des-pa-cio.
Las vueltas eran, eso sí, largas. No se alcanzaba a ver nada del paisaje. Michael se extrañó. Se sentía relajado. Otra vez recordó cuando trató encontrar su yo oculto a través de las drogas recreativas de sus amigos y cómo la búsqueda no le condujo a nada que no conociera y cómo la frustración posterior invadió la sensación placentera que, sin embargo, obtuvo.
Él no estaba construido para eso. Sus amigos quizá sí. Pero él no.
El cubo. De cristal. De memorias. Holográficas.
Ahora lo recordaba. Eso tenía que ser la clave. Ahí debía estar toda la información. Y ésta… ¿tendría sentido?
—Cecilio —la voz de Michael era temblorosa.
Abrió los ojos.
Ahí estaban Cecilio y Belux, mirándolo con atención. Milena también estaba a su lado.
Michael ignoró a Belux. Él sí tenía que ser una alucinación.
—Milena, ¿ya viste… que aquí está Cecilio con nosotros…?
—Sí, Michael.
Era curioso. Nunca había visto a Cecilio junto con Milena. ¿Por qué estaban juntos ahora? Había un detalle acerca de que nunca iban a poder estar juntos al mismo tiempo, ¿no? Porque la desaparición de uno dispararía la existencia de la otra, ¿no?
¿Entonces?
—¿Milena…? ¿Milena…? ¿Cecilio…? ¿Cecilio…?
Estaba solo. A la merced del Kerberos. Milena no sabía si había más Kerberos. La soledad le pesaba a Michael. No le gustaba estar solo. Siempre había estado solo. Pero tampoco quería que lo acompañaran los Kerberos. No.
El frío. Estaba presente. Ya no estaba en las cámaras. Ya no estaba en las bóvedas-estructuras. Ya no estaba en el velodeslizador. Éste se destruyó, ¿no? Con un Kerberos, ¿no? Ya no estaba en el nodo comunicante, tampoco.
Entonces, ¿dónde estaba?
Su mente daba vueltas. Todo se sentía más lento. Se escuchó preguntar:
—¿Queeeeé paaassssaaaa…? ¿Miiiileeeeeeennaaaaa…?
Oyó un zumbido a su alrededor y una luz gigante. «¿Otro bólido?», pensó de manera inconsciente.
Hizo un gesto de taparse los oídos y luego los ojos, escondiendo la cara. Pero era inútil. Todo su movimiento cesó.
Y la oscuridad ya no era perfecta, pues ya había un esbozo de claridad delante de él. Al menos de sus ojos.
Lo curioso… lo curioso era que estaba escuchando a Sri Sol.
—¿Queeeé suuuceedeee…? ¿Pooooor queeeeeé nnnnoooo loooo deeeesssspiiiiieeeeertaaaaannnnn yyyyyaaaaaa…?


En la Matriz y en LIZ: Sincronía más segundos…

En la pantalla de LIZ seguían apareciendo líneas de texto:

>> ABRIR
>> DESCONECTAR <<
>> DISFRAZAR ENTRADA <<
>> VIAJANTE A PUNTO DE SALIR DE TRANSICION <<
>> DESACELERACION DE VIAJANTE LISTA <<
>> SINCRONIA <<


Poincaré se dirigió al micrófono:
—Hay que borrar todo, LIZ.
Por el auricular se escuchó la voz de LIZ clara y fuerte:
—Me imagino que también todas las bitácoras, ¿verdad, Poinc?
—Afirmativo, LIZ.
El doctor Mistral preguntó:
—¿Qué haces, Poinc?
—Lo necesario para que nadie sospeche que anduvimos haciendo de las nuestras por toda la Matriz.
En la pantalla principal de LIZ apareció lo siguiente:

>> CAMBIANDO BITACORAS DE NODOS CERCANOS POR BITACORAS ALTERADAS <<
>> BORRANDO REGISTROS <<


—Listo por este lado… —se dirigió al doctor que vigilaba los monitores de Michael—. Ahora sí, ¿cómo está Michael?
Tanto Sri Sol como el doctor estaban viendo de forma simultánea a Michael y a los monitores, de los cuales salían los cables que terminaban de modo abrupto en conectores dentro de su cuerpo.
Sol se movía con nerviosismo y con impaciencia. Al fin dijo:
—¿Qué sucede? ¿Por qué no lo despiertan ya…?
El doctor Mistral le contestó:
—Espera, Sol, tiene que despertar él solo...
—¿Cómo? Pero ya está listo, ¿no? Ya está bien, ¿no? LIZ dice que ya está listo.
—Calma, en cualquier momento hará la transición…
—¿Y cómo lo vamos a saber?
—Cuando las ondas cerebrales correspondientes se ajusten a su parámetro original… O cuando abra los ojos, lo que llegue primero.


La llegada de la conciencia.

Pasaron horas.
Sol había salido a comer a regañadientes y ya había vuelto. Después, fue el turno de Poincaré de salir. Éste no llegaba todavía.
El sol ya estaba poniéndose en las afueras de la PoliU. En el laboratorio de Poincaré, Michael de Montaigne antes llamado Jean Páris Abreu-Campuzano, despertaba.
La primera persona que vio fue a Sol.
—Hola —le alcanzó a decir.
Su primera palabra fue dolorosa, ya que tenía la garganta seca. La sincronía con el ambiente real ya estaba completa, aunque le causaba una extraña, aunque pequeña, molestia de fondo. Su mente desacelerada parecía estar trabajando a velocidad normal.
—¿Cómo estás, Michael? ¿Cómo te sientes?
Interrumpió el doctor:
—Despacio, Sol —advirtió—. Aunque signifiquen lo mismo, hazle sólo una pregunta a la vez.
Michael vio al doctor primero y luego de nuevo a Sol. Entre pausas, le dijo:
—Bien, creo que bien… Sol… nunca me creerás por lo que pasamos…
—Duérmete, Michael, necesitas descansar.
La voz de Sol era tranquila y dulce a la vez.
—No quiero… dormir… déjame me siento… —Michael cerró los ojos.
—Michael, escúchame: No es que quiera obligarte a dormir, pero necesitas hacerlo para ayudar a tu mente a relajarse y acostumbrarse al ritmo normal, además, ya te di un sedante hace un rato…
—Ya no le escucha, doctor. Se quedó dormido…
El doctor Mistral miró a Sol. A pesar de lo que sonó su voz con Michael, estaba preocupada.
— Sol, estará bien… ¿quieres que te de un tranquilizante?
Sol meneó la cabeza. Dijo:
—Doc…
—¿Sí?
—Lo de los veinte minutos que estuvo adentro… ¿tendrá secuelas… de algún tipo? Usted sabe…
—No lo creo, Sol, pero, en honor a la verdad, no lo sé…
Sol miró al doctor. No estaba muy segura de lo que sentía en ese momento, pero por lo menos ya estaba más relajada. Tomó la mano de Michael y la apretó ligeramente, buscando quizá con cierta esperanza irracional, alguna reacción de su parte.
No encontró ninguna respuesta perceptible.

1 Comments:

Blogger Pablo Hajnal said...

La Dificultad
"Cuando tenemos la idea cerrada de tener la mente abierta"
www.pablohajnal.blogspot

3:05 PM  

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